Jugando a sentir cómo sería
ser el Borges que otrora no fui,
probé a pensarme la raya del tigre
cubriendo de sombra el reflejo
del hombre entaurecido
que aguarda sereno el puñal
yacente en el hueco del hombro escondido.
ser el Borges que otrora no fui,
probé a pensarme la raya del tigre
cubriendo de sombra el reflejo
del hombre entaurecido
que aguarda sereno el puñal
yacente en el hueco del hombro escondido.
Probé a pensarme la hoja del libro
yaciendo al albur del espejo
que aguarda paciente el caudal
del río de Heráclito el griego.
yaciendo al albur del espejo
que aguarda paciente el caudal
del río de Heráclito el griego.
Probé a pensarme el héroe fingido
cruzando los mares, el laberinto,
la pampa romana, Virgilio en las manos,
Whitman y Yeats y, al fondo, un Ovidio.
cruzando los mares, el laberinto,
la pampa romana, Virgilio en las manos,
Whitman y Yeats y, al fondo, un Ovidio.
Jugué con palabras, y ellas conmigo,
al juego de ser de Latín sus sonidos
mezclando en la entraña un sajón aprendido
en noches sin luz al sol del olvido.
al juego de ser de Latín sus sonidos
mezclando en la entraña un sajón aprendido
en noches sin luz al sol del olvido.
Jugué a jugar al no-ser aprehendido,
reflejo de espejo de imagen ficticia,
puñal caudaloso que rasga los velos
del falso arcano de mil laberintos.
reflejo de espejo de imagen ficticia,
puñal caudaloso que rasga los velos
del falso arcano de mil laberintos.
Probando, jugué a saber y entendí
que no es la esencia del verso la rima,
el lamento, la cuita ni el beso:
tan sólo el momento de ser en el verbo
persona, memoria, cultura y recuerdo.
que no es la esencia del verso la rima,
el lamento, la cuita ni el beso:
tan sólo el momento de ser en el verbo
persona, memoria, cultura y recuerdo.
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